miércoles, 26 de diciembre de 2007

El Rol de las instituciones educativas y el grado de Nixon Moreno



Las perspectivas y enfoques del sistema educativo en Venezuela, y su desvinculación del principal rol de la educación, es un tema sujeto a una amplia discusión en diferentes círculos sociales, sobre todo la puesta en la palestra de los problemas y posibles soluciones planteados por la actividad de la enseñanza. Es evidente, desde el plano más trivial al más complejo, que la rama educativa se ha alejado de sus auténticos fines y principios, los cuales implican la formación de aquellos seres o individuos capaces de ser críticos frente a su entorno, para reconstruirlo en base al discernimiento entre las éticas utilitarias y humanistas. Como una consecuencia de las políticas inherentes al modo de producción capitalista, el humano se ha convertido, después de la industrialización, en el principal instrumento mecanizado para generar ganancia en el sistema. Sobre esta noción o paradigma, se levantaron las instituciones educativas que son el vehículo fundamental para la producción de estos sujetos, sujetos formados en universidades convertidas en mecanismos generadores de lucro privado, ya mencionado con mucha preocupación por Nietszche (Las 5 Conferencias sobre el porvenir de nuestras instituciones educativas. Nietszche). Es entonces indiscutible que, ante las realidades mundiales y latinoamericanas, nos sentemos a reflexionar sobre la educación y su finalidad. Es por ello que se hace necesario realizar una serie de preguntas, como la siguiente: ¿Será que las universidades llamadas autónomas cumplen con su verdadera función?. Se evidencia que no es el caso: la verdadera función de las universidades es la de buscar la verdad, la de indagar y crear caminos que develen luz y sentido en la vida, cosas que encontramos muy alejadas de la "casa del saber " que poseemos. Ya estos temas han sido muy discutidos y reflexionados por pensadores como Fuenmayor y Briceño Guerrero, en cuyos textos explican brillantemente la desviación de las universidades y los factores que han generado dicha pérdida de la función universitaria de la construcción del saber.

Como hemos visto hasta ahora, las universidades tienen una cuota de responsabilidad en la situación social que viven los países latinoamericanos, pero no debemos desligar ni obviar el rol que deben tener los maestros de escuela y los profesores de secundaria como actores fundamentales de la construcción de una sociedad comprometida con el crecimiento ético humano que ha disminuido en los grupos sociales gracias a la desvirtuación de la noción del progreso. Sabiendo que todo funciona bajo una visión sistemática incluimos a la escuela primaria, que es uno de los lugares que debemos transformar, pero comenzando definitivamente desde aquel personaje que solemos denotar como "sujeto de saber".

Todas estas reflexiones son necesarias para entender el por qué se plantean los escenarios tal y como vienen presentándose, y el por qué se suscitan situaciones que en primera instancia carecen de sentido.

Creo que estamos en una hora en la cual necesariamente debemos dejar de reproducir un modelo y una estructura social en clara decadencia, pero como todo cambio implica un proceso traumático, las viejas estructuras verticales se resisten a las nuevas formas e interpretaciones del mundo. Es necesario asumir que ha llegado la hora de reclamarnos a nosotros mismos y a las instituciones educativas, sobre todo a las universidades, su papel fundamental en la búsqueda de la verdad, para que la educación deje de ser la "gran mentira" que es actualmente.

Esta tesis de la educación como una GRAN MENTIRA cobra mayor fuerza cuando vemos que en nuestra mayor casa de estudios gradúan a personajes que no son más que figuras de la politiquería viciada y precaria, aquella que continúa haciendo de las suyas en nuestro país. Politiquería que está muy alejada de la política real partiendo desde el punto de vista grioego-aristotélico. Cuando las autoridades de una universidad autónoma anuncian en actos meramente políticos la próxima graduación de un lamentable personaje, como lo es Nixon Moreno, vemos con una profunda indignación como la institución se ha convertido en una trinchera partidista ultraconservadora. La Universidad de los Andes está siendo instrumentalizada como un vehículo para que el señor Lester Rodríguez proyecte su candidatura a la gobernación del estado Mérida. Si como estudiantes, profesores, empleados u obreros de la universidad aceptamos que ocurran este tipo de atropellos en contra de lo académico, no construiremos nada, enterraremos la posibilidad de la menor mejoría para la institución. Que se le esté "regalando" el título de licenciado a Nixon, para usar la deplorable expresión del rector Léster, pone sobre relieve la mediocridad ética y la degeneración del compromiso que tienen los dirigentes estudiantiles y algunos profesores universitarios.

El equipo rectoral de la Universidad de los Andes, con el sólo hecho de anunciar el grado de este "mártir estudiantil" de la derecha fascista, revela su singular mediocridad ética, y demuestra con esto que el hecho de tener los mil y un papeles que los acrediten como Doctores en cualquier rama no asegura el bienestar de la universidad, ni ofrece garantías de calidad académica. Este tipo de autoridad universitaria, que defendiende a capa y espada y rinde tributo a personajes como este, destruye a la institución como referente. El título conferido a este señor, con una trayectoria tan precaria y tan larga carrera en la política estudiantil, establece un ejemplo antiacadémico para el estudiantado, al demostrar que la universidad privilegia el compadrazgo político por encima del mérito académico. Continúan las autoridades aplicando la lógica de las mafias criminales en la administración de la cosa universitaria.

Por otro lado, si partimos de la consigna enajenante que reza "Nixon somos todos", entonces habrá que pedirle a las autoridades que nos gradúen a nosotros también, sin que reunamos los requisitos académicos necesarios para ello, tomando en cuenta que estamos en un país democrático y que parte de los principios de la igualdad. Pero no lo van a hacer, porque el grado de Nixon es un acto político para la oposición que adversa al gobierno, de ninguna forma es un grado académico.

Nosotros no podemos continuar como agentes pasivos de la realidad universitaria, debemos asumir la responsabilidad que tenemos como sujetos dentro de la institución. El sentido del deber ser se encuentra ahora por el suelo en la universidad venezolana. Asumamos dignamente nuestros deberes y derechos como personas que hacemos vida dentro de la universidad.

El grado de Nixon marca la necesidad de efectuar un rotundo cambio en las instituciones que direccionan a la sociedad. Con gerencias como la que poseemos en la ULA sólo consagraremos una casa alcahueta de la violencia, la violencia cobarde que se esconde en la hipocresía mediática, y se ejerce al resguardo de la inviolabilidad del recinto universitario.

Autoridades, no continúen vulnerando su propia dignidad, por lo menos traten de mantener una mínima sombra de ética como personas con la responsabilidad de llevar las riendas de la Universidad de Los Andes.


Carlos García

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