viernes, 28 de diciembre de 2007

El Maestro














Cómo sería si los que estamos contaminados por la rabia y la ira pudiésemos ver la vida con visión de comiquita? Muchos niños afortunadamente todavía pueden ver la vida de esta rica forma, estos que remiendan la vida con hilos de dulce caramelo. ¿Cómo serían las cosas? Seguramente diferente, pero muchos de ellos están siendo explotados y mecanizados, y acaban perdiendo lo único que se pierde cuando se crece: y es la imaginación con la que se construye un mundo sabroso, rico y amalgamado de sueños. Girando sobre la madre tierra andamos, pero muchos no nos damos ni cuenta de ello, y otros no nos queremos dar cuenta, y a otros ni nos importa; ahora, algunos de nosotros somos los que vamos a enseñar a vivir a quienes nos van a sustituir en la piel de la pacha mama, y los enseñamos mal, apenas les mostramos el mundo. Lo que hacemos es programarlos para que sirvan y no vivan, ¡qué dura tarea tiene el que verdaderamente puede llamarse maestro!, su arduo compromiso es el de continuar una constante lucha en contra de los mutiladores de sueños, aquellos autómatas que se hacen llamar "profesores"¿Vamos a seguir reproduciendo un modelo absurdo, abstracto y enajenado?, por lo menos sé que hay algunos que no van a seguir el modelo de la educación enferma de la muerte, muerte castradora del potencial de una nueva mente indagadora y creativa, mente que está libre de prejuicios, prejuicios implantados por todo los medios posibles, entre ellos el peor de todos la "Televisión". No permitamos la continuidad de la deformación de un pueblo que debe permitirse a sí mismo abrir espacios para recorrer sus caminos llenos de horizontes que le ofrezcan un sentido a su existencia. Por mucho que se intente apagar estos indicios de vida, no lo podrán hacer, siempre habrá uno que dé el gran paso, considerado subversivo por quienes quieren que todos sigamos muertos, y ese único personaje siempre querrá sembrar la semilla de la vida. Personaje que indudablemente cumple con la tarea más sublime e importante del planeta. Ese personaje quiero ser ¡Yo! El maestro.



Una visión ideal


Indiscutiblemente la forma de enseñanza que conocemos obedece a un método ciertamente conductista y fragmentario, digo fragmentario porque estamos habituados a impartir conocimientos muy específicos e inconexos. Esto lo podemos observar en el diseño del currículo básico nacional, que a pesar de intentar integrar las áreas entre sí, obedece a un formato desarticulado y desligado, en su conjunto. Los profesores de aula siguen meticulosamente los lineamientos del currículo como si fuese una Biblia o una receta de cocina que dijera "Cómo hacer a un ser humano en 6 años de lecciones, en contenidos y objetivos".

Caemos muchas veces, sin la mínima noción de darnos cuenta, en la repetición y reproducción de ese modelo y terminamos ajustándonos para no ser castigados ni catalogados como espéculos del sistema. La visión del maestro es muy limitada, no se preocupa por el enriquecimiento de sus conocimientos, sólo se preocupa por cumplir con la tarea de formar sujetos almacenadores de información, tal cual computadora. La visión que debería tener un maestro es una visión que responda a las necesidades del alumno, una visión holística de los fenómenos, que se preocupe por el enriquecimiento de su saber, más allá de lo que el medio le ofrece, una visión que brinde múltiples respuestas a sus educandos, que siempre ponga en duda lo que sabe y que no asegure que su verdad es la única verdad, el maestro debe ser crítico en su propia tarea y ser un sujeto que no use sólo la razón instrumental, sino que cultive una razón práctica; y sea más humano ante la avalancha destructiva y alienadora del sistema.


Introducir información es sencillo y ya "instructores" para ello existen muchos, pero enseñar a vivir y a educar construyendo la verdad sólo el maestro es quien puede hacerlo.


Este es el maestro que necesitamos para darle vuelta al tablero y formar individuos capaces de interconectar lo aprehendido con la vida diaria y que sea capaz de desarrollar una sensibilidad ante el mundo y todo lo que lo comprende, y así poder dar nacimiento a un ser humano que forje una nueva vida.

Carlos García

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